SINDROME DE KLINEFELTER: XXY
Argumento de la película
XXY (Argentina,
2007) es la ópera prima de Lucía Puenzo, en ella se relata el
momento
brutal y transformador en el que Alex, de 15 años, se encuentra con su
identidad. El/la joven protagonista esconde en su cuerpo un extraño
“síndrome”, una marca corporal que cuestiona todas nuestras convicciones sobre
el sexo y el género y, en definitiva, sobre la posibilidad de ser persona al
margen del modelo dicotómico hombre/mujer.
Poco
después de nacer Alex sus padres deciden trasladarse de Buenos Aires a
Uruguay, instalándose en una pequeña cabaña aislada en las afueras de
Piriápolis. La historia comienza con la visita de un matrimonio que viaja
desde Argentina con su hijo adolescente Álvaro para pasar unos días con la
familia. El padre
de Álvaro, cirujano plástico de reputado prestigio, tiene un gran interés
médico en Alex. La inevitable atracción entre
ambos adolescentes hace que todos se
enfrenten a lo que más temían. En el pueblo,
ambos adolescentes hace que todos se
enfrenten a lo que más temían. En el pueblo,
Alex es
observado/a como si fuera un fenómeno. La fascinación que produce puede ser
peligrosa.
La
película, basada en el cuento de Sergio Bizzio “Cinismo”, fue galardonada con
el Goya a la mejor película hispanoamericana en 2008 y con el premio de la
Crítica del Festival de Cannes (2007). En ella se visibiliza y da voz a otras
formas de ser persona que subvierten el más que interiorizado modelo
heteronormativo “dos sexos/dos géneros/heterosexualidad”. Poniendo incluso en
cuestión el carácter biológico del sexo, y más concretamente del modelo
sexual dimórfico o dicotómico al que todos/as debemos someternos. Como
destaca Cabral (2008), investigador y activista intersexual, "quizás sea
la primera vez que el discurso antinormalización es expresado tan claramente y
en un medio tan masivo. Dada la tranquilidad con la que el padre asume la posibilidad
de que Alex sea su hijo, la intersexualidad como un lugar en sí mismo es el
fantasma de la película”.
Médicamente
la combinación cromosómica “XXY” se conoce como
“Síndrome
de Klinefelter”, un tipo de intersexualidad que “afecta”
aproximadamente
al 0,092 por cada 100 nacimientos (Fausto-Sterling, 1993,
2006). Al haber dos cromosomas “X” y un
cromosoma “Y” el recién nacido tendrá
pene y
testículos poco desarrollados, y desarrollará pechos en la adolescencia.
De forma
que no podrá “etiquetarse” ni como varón ni como mujer sin la previa
intervención
médica de “normalización”
No nacemos
pues, ni como hombres ni como mujeres, ni como masculinos o femeninos, sino que
nacemos personas. Obviamente con
una realidad corporal concreta que la cultura se encargará de significar,
encasillando de forma excluyente en dos categorías opuestas (Vendrell, 2003). En este sentido, cuando el cuerpo no se
adapta a este dimorfismo excluyente, la “medicina” se encargará de hacerlo a
través de lo que Fausto-Sterling (2006) ha denominado el “calzador quirúrgico”.
Así, la
naturaleza de por sí tan sólo nos proporciona un cuerpo, un cuerpo
único e
irrepetible con capacidad para sentir y disfrutar del placer, Fausto-Sterling
(2006) ha denominado el “calzador quirúrgico siendo la
realidad
corporal lo único que es innato e inmanente. Mientras que la cultura se
encargará
de aprovechar esta realidad corporal significándola, en primer lugar
como hombre
o mujer, y posteriormente de forma “congruente”, a través de los
procesos de
socialización, como masculino o femenino. Enfatizando un único
modelo
legítimo de ser persona, que se presenta como “el natural” y “normal”
frente a lo
“contranatura”, lo “anormal” o “patológico”, a través de dos sexosdos
géneros y
una orientación heterosexual. Reforzando la lógica de asimetría
complementaria
de los sexos y de los géneros, lo que posibilita la
heterosexualidad
como única opción legítima; sobre la que, en definitiva, se
construye
la sociedad patriarcal. Reproduciendo así el status quo y apuntalando
con ello el
orden social existente
Conclusión
La
enfermedad se puede enfocar desde diversas vertientes, pero quizás la más
determinante pueda ser la social. Desde que el niño nace viene determinado por
unas características físicas que lo determinan hacia un género u otro. El sexo
en la sociedad define no sólo un género masculino o femenino sino todo un rol
de comportamiento que quizás en su origen se debiera a un instinto de
conservación de la especie que primaba la procreacíon por encima de cualquier
otra consideración. La evolución de la especie nos ha llevado a ver a las
personas no sólo en su parte
social sino también como individuo. Además, el avance ciéntífico nos ha
permitido saber que no sólo existen dos sexos xx, xy sino que se dan diversas
combinaciones como las que nos ocupa xxy que puede asociar características de
ambos sexos. Al margen de los síntomas médicos que se puedan manifestar el
mayor obstáculo al que se enfrentan las personas afectadas es al rechazo social
por su indefinición sexual, su tratamiento por tanto debe abarcar no sólo los
posibles síntomas físicos sino también la psicología del paciente.
Ana Lara Fernández
Estoy totalmente de acuerdo con esta conclusión porque el rechazo social es peor que los síntomas de muchas enfermedades.
ResponderEliminarMiguel Velasco Santos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste tipo de enfermedades ponen en manifiesto los grandes conflictos éticos que vienen asociados a la medicina y que ante todo deben respetar la integridad de la persona y recordar, como bien muestra esta conclusión, que a pesar de las diferencias todos los hombres son seres humanos que merecen el mismo respeto y comprensión.
ResponderEliminarAna Riaza Fernández